La Condesa es la definición de un barrio caminable. Rodeada de tres importantes parques—Parque España, Parque México y Bosque Chapultepec—que oxigenan este pequeño oasis en la caótica Ciudad de México. Si sucede que estás en la temporada de las Jacarandas en primavera, disfrutarás de unas flores púrpuras tan magníficas como las de los cerezos en flor de Japón. La Condesa alberga interesantes propuestas culinarias como Lardo, de la chef Elena Reygadas, delicias contemporáneas como Café Milou y Hugo Wine Bar, así como el Tianguis local de los martes, lo que hace que la oferta cultural del barrio sea tan diversa e interconectada como nuestra historia y arquitectura.
La Condesa recibe su nombre tras la Condesa de Miravalle, descendiente de antiguos terratenientes de la época colonial, cuya hacienda privada abarcaba lo que hoy se conoce como Roma, Condesa, Hipódromo y parte de Tacubaya. Su mansión sigue ocupando una cuadra entera del barrio, y ahora es la embajada rusa. Se podría hacer un recorrido por el barrio y apreciar desde la arquitectura Art Decó hasta la arquitectura contemporánea. Entre las antiguas mansiones convertidas en residencias y negocios, hasta los destinos culturales como teatros y cines, La Condesa es un lugar marcado por la tradición perdurable, el cambio constante y los vestigios de un pasado bohemio.
Las calles de la Condesa fueron hechas para caminar. Sin embargo, la bicicleta es ahora parte de una creciente cultura del movimiento. Hay una estación de eco-Bici justo enfrente del hotel. Y todos los domingos la calle principal de Mazatlán cierra un carril que conecta con Avenida Reforma para andar en bicicleta y correr.
Entre su contexto histórico y sus vibras de oasis, la Condesa es realmente un lugar sublime para hospedarse, comer y caminar.
